Al abrir las páginas que reseñan
los actos vendimiales de 1953, la mirada –antes
que las palabras- se detienen ante el hermoso
rostro de María Magdalena Squet, donde la belleza
de la mujer mendocina se muestra en todo su
esplendor, digna de ser fácilmente confundida
con una de las una actriz de Hollywood de los
años 50.
Una línea distribuía simétricamente su cabellera
rubia; ojos grandes claros; labios carnosos;
rostro límpido y una armoniosa figura correspondiente
con sus suaves modales.
María Magdalena, que ese año
había obsequiado el segundo reinado –tantas
veces postergado- a Guaymallén, fue elegida
por una amplia mayoría de votos.
Y algo más importante que esta cifra: fue desde
un primer momento la preferida por el público,
cuando tuvo la oportunidad de admirarla en la
Vía Blanca y en la Bendición de los Frutos.
En realidad parecía predestinada al halago,
pues venia de una familia que había conocido
la distinción de la realeza vendimial: era sobrina
de Brígida Santini, reina de 1940, y prima de
Angela Dorigo, soberana de 1938.
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MARIA MAGDALENA SQUET -
Guaymallen |