Juan Bautista Vairoleto
Historias, mitos y leyendas en tierras alvearenses
El 11 de noviembre (2003) se cumplen 109 años del nacimiento
del célebre bandolero romántico, Juan Bautista
Vairoleto.
La presencia de personajes legendarios, que al margen de la
ley, tuvieron fuerte raigambre en el ámbito popular,
han estado presentes en todos los pueblos del mundo desde épocas
inmemoriales, siempre caracterizados por un fuerte rechazo desde
los espacios del poder: reyes, gobernantes, militares, policías,
clero, acaudalados, entre otros.
Vairoleto, integrado al sentir popular alvearense, es casi un
mito, pese a que su accionar ocurrió en épocas
relativamente cercanas, ya que todavía hoy, se encuentran
personas que pueden atestiguar sobre las andanzas o acciones
realizadas en el sur de Mendoza.
Se puede compartir ampliamente, en parte o disentir totalmente
con la forma de vida de estos "bandidos rurales",
denominación que ha inmortalizado Giecco. Lo que se debe
aceptar es que han existido, que han dejado profundas huellas
en el sentir popular y que son una parte importante de nuestra
historia regional.
Juan, nació en Santa Fe en 1894. Sus padres inmigrantes
italianos, se trasladaron más tarde a Italó, en
el sur de Córdoba, donde falleció la madre. Años
después la familia se radicó definitivamente en
Eduardo Castex, en la entonces Gobernación de La Pampa.
En aquel lugar, por "cuestiones de polleras", el 4
de noviembre de 1919, Juan tendría un fatal encuentro,
en el que le dio muerte a un policía. El reloj, colgado
en una de las paredes del boliche, quedó "clavado"
de un balazo, a la una y media de la tarde. Allí comenzaría
una vida de persecuciones, en la que tendría ocupadas
a las fuerzas policiales de numerosas provincias y territorios
nacionales.
En su andar por las extensas planicies, saqueaba a los pudientes
y buena parte de lo logrado lo repartía entre los pobres
puesteros que vivían en esas soledades. Este accionar
se difundió rápidamente entre la paisanada, lo
que se tradujo en un apoyo popular incondicional. Donde él
llegaba, siempre había un plato de comida; yerba, tabaco
y buenos caballos.
Juan, hijo adoptivo de General Alvear Las planicies alvearenses
lo vieron pasar en todas direcciones, por las distintas etapas
de su vida: como asaltante, perseguido por la policía,
agricultor, padre de familia y finalmente recibieron su cuerpo,
el 14 de setiembre de 1941.
De las numerosas acciones, anécdotas y mitos extendidos
en el sur mendocino, han sido rescatados sólo un puñado
de ellos, el resto, está registrado en los recuerdos
de aquellos que lo vieron, o en los que recibieron de sus mayores
el legado de transmitir el mensaje.
¡¡¡Esto mantiene viva la tradición!!!
La primera incursión en tierras alvearenses, que se tienen
noticias, data del 1927. Algunos contactos con dirigentes lencinistas
y otros bandoleros, todos en un mismo ámbito.
También en aquella época, el 17 de julio, se produjo
un asalto en un establecimiento de campo, donde se alzaron con
más de siete mil pesos en efectivo y otros elementos.
La policía dijo que fue Vairoleto!!!
Luego, se mantuvo alejado de estos pagos por un tiempo. En 1930,
luego de una fugaz relación con el anarquismo, en la
zona pampeana, retornó por General Alvear. En setiembre,
Irigoyen había sido derrocado por Uriburu, Agustín
P. Justo era el Jefe del Ejército, poco después
sería presidente de la Argentina.
El General Justo recibió una denuncia anónima
sobre "cosas" que pasaban en Alvear, una de ellas
era que Vairoleto iba a asaltar el Banco de la Nación,
en realidad se llevó sólo 5 gallinas y tres jamones,
pero la policía y el ejército anduvo 70 leguas
detrás de él, y fue a la cárcel una persona
que lo había denunciado.
En 1931, lo perseguía la policía de La Pampa,
caracterizados de gauchos, una mala palabra en aquellas épocas.
Casi en el límite con Mendoza, el 30 de julio se separaron
en dos grupos, para sorprender a los vándalos. La sorpresa
fue para los policías. ¡Se "agarraron a tiros"
entre ellos!!! ¡Un policía muerto por balas policiales!!!
Durante dos meses las fuerzas de La Pampa, San Luis y Mendoza,
anduvieron tras los hombres de Vairoleto. Con un despliegue
de tropas nunca visto en la región, hasta un avión
fue solicitado por un comisario para perseguir a los fugitivos.
Hubo algunos tiroteos entre los bandidos y las autoridades.
En uno de ellos, a menos de treinta metros de los policías.
Los hombres de Vairoleto le cortaron las riendas a uno, le voltearon
el caballo a otro y a un comisario lo taparon en tierra a balazos.
Cuando lograron sacudirse la tierra, los bandidos no estaban
allí.
Vairoleto, montado en su bayo, saltaba las alambradas de 7 hilos,
la policía debía cortarlas para poder continuar
sus rastros.
En el puesto El Martillo, cerca del Paso de los Gauchos, Juan
estaba mateando con los hijos del puestero, cuando llegó
la policía pampeana. Preguntaron por él, cómo
la respuesta fue negativa continuaron la marcha, más
tarde al darse cuenta del engaño, retornaron al puesto
y lo apalearon tanto al dueño, que murió poco
después.
Finalmente, a mediados de setiembre, luego de recorrer el departamento
de sur a norte y de norte a sur, a lo largo y ancho, la policía
abandonó la búsqueda.
A finales de agosto, se creó en Mendoza un cuerpo especial
"La Policía Volante" con secciones en San Rafael
y General Alvear, destinada a cuidar las fronteras interprovinciales.
También a nivel nacional se ponía en práctica
una iniciativa similar.
A finales de 1932 la Policía Volante de General Alvear
detuvo a algunos integrantes de la banda de Vairoleto. Fueron
condecorados por este hecho, en enero de 1933.
Hasta el año 1937 se sucedieron algún tiroteo
con la policía y varios asaltos a algunos "Turcos",
a una francesa y otros más.
Luego de una breve incursión por el norte del país,
donde en sociedad con Mate Cocido, otro bandido rural que actuaba
en los quebrachales chaqueños, relizaron algunas fechorías,
retornó a General Alvear.
Aquí había conocido a una muchacha que llenaba
su corazón. Decidido a cambiar de vida, la fue a buscar.
Nuevamente sus amigos lo ayudaron, le consiguieron un techo,
protegieron su "prenda", alguien le ofreció
un pedazo de tierra en la Colonia San Pedro del Atuel y se "metió"
a chacarero.
En ese entonces, su nombre era Francisco Bravo, muy cerca del
Atuel la tierra le daba sus productos y al hogar llegaron dos
hijas.
Hasta que un día, se apareció un traidor, un ex
compañero de andanzas, que cambió su libertad
por encontrar a Vairoleto. Le avisó a la policía
de La Pampa y el 14 de setiembre de 1941, rodeada la casa por
sus perseguidores, él mismo decidió el final con
un disparo en la cabeza.
|
|