El
camino de las 365 curvas
Saliendo de la ciudad hacia el norte, por avenida San
Martín, se atraviesa la ciudad de Las Heras hasta llegar
al monumento a Canota, donde las tropas sanmartinianas
dividieron sus columnas para el cruce a Chile.
Más adelante espera Villavicencio, con una moderna planta
de agua mineral y un antiguo hotel, hoy en proceso de
remodelación. Se inicia allí "el camino de las
365 curvas" o "los caracoles", como suele
denominarse a esta antigua ruta a Chile. Tras un pronunciado
ascenso, se arriba al punto más alto: la llamada Cruz
del Paramillo, a 3.000 mts. sobre el nivel del mar.
Luego, se desciende hacia el valle de Uspallata, arribando
a la villa tras 30 kms. de marcha. En el trayecto se
encuentra el cerro Tunduqueral (a 7 kms. de Uspallata),
con petroglifos que datan de 1.000 años.
Los indios huarpes que habitaban la zona lo consideraban
sagrado y lo utilizaban para llevar a cabo sus ceremonias
religiosas. Por el mismo camino se halla una reserva
de araucarias petrificadas, de alrededor de 200 años
de antigüedad, descubiertas por el naturista inglés
Charles Darwin.
Las rutas del desierto
Hacia el noroeste, Lavalle – antigua residencia indígena
– muestra su árido rostro maquillado por la desertificación.
Un curioso tributo a las depredaciones de un confuso
progreso.
El agua de la montaña, ahora contenida en los diques
sobre los ríos Mendoza y San Juan, hizo desaparecer
las lagunas de Huanacache, donde se desarrolló una interesante
artesanía de junquillo, lana y cuero, que perdura aún
con esfuerzo y amor al terruño en aislados puestos de
cabras de la zona.
Dos excursiones que se realizan solamente en la temporada
estival permiten visitar, en el desierto, las dunas
de los Altos Limpios y el bosque telteca.
Pero también atrapa la antigua tradición de los pueblos
de Asunción, El Forzudo San Miguel, en los que aún se
conservan antiguas iglesias donde, anualmente, las fiestas
patronales congregan a los habitantes del desierto en
una interesante fusión de ritos paganos y católicos.
Los festejos duran varios días, entre manifestaciones
folklóricas y gastronómicas, combinadas con las procesiones
de auténtica fe cristiana. Los puesteros venden sus
artesanías que, además, pueden encontrarse con sus certificados
de legitimidad en el Museo Artesanal Mendocino, que
funciona anexo a la Subsecretaría de Turismo en el centro
de la ciudad de Mendoza.
Lo que allí se expone y vende es el fruto de las constantes
rondas de compras, que el gobierno realiza entre los
puestos para permitir su sostenimiento económico y estimularlos
a mantener sus técnicas artesanales. Durante todo el
año, en los puestos de la zona de Lavalle es posible
degustar excelentes chivitos a las llamas y chanfaina,
una comida muy común entre los pobladores. El quirquincho
a las brasas, con su carne muy condimentada y cocida
en la misma caparazón, es otro plato de los lugareños.
Por Lavalle pasa la nueva ruta de El Encón, que permite
unir Mendoza con el norte de San Luis y el valle de
Traslasierra, en la provincia de Córdoba. |
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