En marzo de 1811, para conmemorar el primer aniversario
de la Revolución de Mayo, el Cabildo ordenó levantar
un monumento en la antigua Plaza de la Victoria. Fue
encomendado al alarife Francisco Cañete, que comenzó
la obra el 6 de abril y la concluyó el 24 de mayo. Era
un modesto obelisco de adobe cocido, de casi quince
metros de altura, circundado por una sencilla verja.
El monumento se inauguró el 25 de mayo de 1811, primero
de los cuatro días de festejos, que incluyeron danzas
y farsas, sorteos, manumisión de esclavos e iluminación
de los edificios cercanos.
En 1856 se produjo la transformación más importante
que sufrió la Pirámide. Según el proyecto de Prilidiano
Pueyrredón, el monumento fue revestido con ladrillos
y argamasa, lo que aumentó su volumen. Se colocó una
estatua de la República en la cúspide -la única que
se conserva- y, en torno a la base, esculturas alegóricas
a la Agricultura, el Comercio, las Ciencias y las Artes,
todas ellas obra del francés Joseph Dubourdieu. Además,
la antigua verja se reemplazó por otra con faroles a
gas en los vértices.
En 1884 el Intendente Alvear hizo demoler la Recova
vieja, que separaba la Plaza del Fuerte de la Plaza
de la Victoria. La Pirámide quedó descentrada en el
espacio unificado de la nueva Plaza de Mayo, por lo
cual en 1912 fue trasladada a su actual emplazamiento.
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