| RESEÑA 
                          HISTÓRICA 
 En 1880 se decidió la creación de 
                          la capital bonaerense, luego de que se declarara a la 
                          ciudad de Buenos Aires capital de la República. 
                          El entonces gobernador, Dardo Rocha, fue el encargado 
                          de llevar adelante esta obra. Se realizaron estudios 
                          sobre el sitio de su emplazamiento. Desde el barrio 
                          porteño de Belgrano hasta sitios más alejados, 
                          como Chascomús y Dolores al sur y San Nicolás 
                          en el norte.
 El 27 de abril de ese año se eligió al 
                          municipio de La Ensenada como el sitio ideal, encomendando 
                          al gobierno provincial la fundación de La Plata, 
                          nombre que la tradición atribuye al autor del 
                          Martín Fierro, José Hernández. 
                          Un equipo de urbanistas comandado por el ingeniero Pedro 
                          Benoit, fue el encargado de diseñar la ciudad, 
                          llamándose a concurso internacional para los 
                          proyectos de los edificios públicos más 
                          importantes.La Plata es reconocida por su trazado cuadrado, 
                          por sus diagonales, su bosque y por sus plazas, colocadas 
                          con exactitud en el damero cada seis cuadras.
 La piedra fundamental se colocó el 19 de noviembre 
                          de 1882, durante la primera presidencia de Julio Argentino 
                          Roca, en lo que sería su centro geográfico, 
                          la actual plaza Moreno, luego custodiada por el bellísimo 
                          palacio municipal y la imponente catedral gótica, 
                          rojiza al ser de ladrillos, convertida en uno de los 
                          símbolos platenses.
 El discurso de Rocha sintetizó la historia que 
                          llevó a crearla y la esperanza puesta en su porvenir: 
                          "Hemos dado a la nueva capital el nombre del río 
                          magnífico que la baña, y depositamos bajo 
                          esta piedra, esperando que aquí queden sepultadas 
                          para siempre, las rivalidades, los odios, los rencores, 
                          y todas las pasiones que han retardado por tanto tiempo 
                          la prosperidad de nuestro país".
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