RESEÑA
HISTÓRICA
COMO DIOS Y EL REY MANDAN
Si tomamos como fecha fundacional de San Pedro el 26
de Agosto de 1748, día en que fue firmada la
Real Cédula a través de la cual el Rey
de España aceptaba la donación de tierras
destinadas a la construcción del futuro Convento,
deberemos acep-tar también que San Pedro no fue
fundada por los criollos ni por los Padres Francisca-nos
sino por el Rey Fernando VI, que por entonces gobernaba
un vastísimo Imperio ubicado a ambas márgenes
del océano. Con la autorización Real,
fruto de largas tramitaciones y desvelos burocráticos,
se comenzó a construir en tierras donadas por
el Clérigo Francisco Antonio de Goycoe-chea un
Convento de planta rectangular que medía algo
menos de una manzana ac-tual, y que estaba ubicado casi
en el mismo sitio donde hoy se encuentra el Edificio
de la Municipalidad.
LAS ROTAS CADENAS
Con sus luces y sombras, con sus más y sus menos,
con su grandeza y sus olvi-dos, se viene un nuevo aniversario
del Combate de Obligado. Fue entonces cuando la flota
anglofrancesa, compuesta por 90 embarcaciones, probó
el nuevo armamento: el obús Paixans, mortífero
para la época, y los cañones estriados
de alto calibre, muy su-periores a los pobres cañoncitos
de bronce y a las tercerolas de los defensores. Igual
que en Malvinas: balas explosivas en Obligado y 150
años después satélites asesinos
y misiles inteligentes. Y del otro lado, siempre, el
coraje de los criollos haciéndole pata ancha
a la tecnología y a la prepotencia. Fue entonces
que un oscuro Ayudante de Marina llamado Alvaro J. Alsogaray
escribió en una de sus tantas misivas familiares:
" 32 días (hace) que no tengo un Real en
mis manos, que duermo en suelo duro, sin más
cubija (sic) que un poncho; pero aún hay salud
y ganas de pelear a cuanto pícaro gringo hay
en el mundo; una idea entre tanto me atormenta mucho,
no poder amigo mio pagar la pensión de mi hija
mayor en el colegio..." Valiente y honesto Alvaro
Alzogaray, héroe de Obligado, Comandante de una
de las cuatro baterías que hicieron frente al
invasor... Cómo iba a imaginar que, 150 años
después, una biznieta suya se iba a tomar desquite
con la misma fiereza que él pelea-ba por la pensión
que no podía pagar y por los reales que no tenía.
Su bisabuelo de-fendió el País a sangre
y fuego; ésta lo entregó atado de pies
y manos. Hizo un paque-te con Aerolíneas, ENTel,
Somisa y Gas del Estado, y los "pícaros
gringos" no tuvieron inconveniente en aceptar el
regalo, seguramente como reparación por las afrentas
re-cibidas en Obligado... Coraje y salvajismo, todo
junto en aquel lejano e irrecuperable 20 de Noviembre
de 1945. Petrona Simonino (no Simonini) peleando junto
a su marido y prodigando cui-dado a los heridos, y un
desertor de apellido Palacios al que se le obligó
a "tomar tanta salmuera hasta que reventase",
cosa que efectivamente ocurrió según los
documentos de la época. Heroico pueblo de San
Pedro, que con el Juez Benito Urraco a la cabeza formó
escuadra y escribió una página gloriosa
en nuestra historia lugareña. Qué pueden
ve-nir a hablarnos del Día de la Soberanía,
si nuestra moneda se imprime en Chile, nues-tras centrales
eléctricas también son Chilenas, nuestra
flota aerocomercial es de los Españoles, nuestros
teléfonos son Franceses y nuestro petróleo
aún no estamos segu-ros, pero cotiza en las pizarras
neoyorquinas... Nos queda el Himno, una bandera que
no todos están dispuestos a defender, y un funcionario
Británico que nos dirá cuándo y
dónde podemos pescar, en nuestro Mar Austral...
Los laureles que supimos conseguir en Mayo y defender
en Obligado están un tanto marchitos: el 20 de
Noviembre debiera ser un día de júblilo
pero al mismo tiempo, de dolor. Ese " dolor de
ya no ser" que dice el tango, refiriéndose
a otra cir-cunstancia, a otras ausencias... Obligado
es un hito, pero ¡ Guarda ! ... Obligado también
nos obliga, y no es un juego de palabras. Los gringos
no vinieron "al cuete", como dice la zamba;
sabían que a la larga, alguien les abriría
la tranquera... Y aquí estamos nosotros, festejándolo.
EL MENSAJE DE OBLIGADO
Clareaba el 20 de Noviembre de 1845. Mientras la escuadra
anglofrancesa avanzaba, frente a la Vuelta de Obligado,
el General Lucio V. Mansilla arengaba a las tropas formadas
en orden de batalla, con estas palabras: "Allí
los teneis, considerad el insulto que hacen a la Soberanía
de nuestra Patria, al navegar sin más títulos
que la fuerza, las aguas de un río que corre
por el territorio de nuestro país"..."Pero
no lo con-seguirán impunemente !. ¡Tremola
en el Paraná el pabellón azul y blanco
y debemos morir antes de verlo bajar de donde flamea!"
... Javier Rivero y Ceferino Selada eran dos de los
muchos sampedrinos que escu-chaban la arenga, y que
gritaron "Viva la Patria!" cuando comenzó
el fuego cruzado. Ninguno de los dos regresó
a sus hogares. Se quedaron allí, en Obligado
y en nuestros corazones, defendiendo esta tierra que
se quedó en su sangre generosa, en su voz mutilada
por la metralla. Ellos tenían un concepto definido
de Soberanía: los gringos a su casa, porque este
río es Argentino. Probablemente habían
leído mucho menos que cualquiera de nosotros.
Tal vez ni siquiera sabían leer y escribir. Pero
tenían el conocimiento impres-cindible para saber
cuándo y dónde tenían que plantarse.
Y en Obligado se plantaron. Después, el río
siguió escurriéndose bajo las naves del
invasor. Hubo otras lu-chas, y vinieron los Tratados
de Paz, los Estadistas, la Deuda Externa. Y llegó
la gesta de Malvinas, emparentada por muchos motivos
con Obligado. Y como ocurre con Hi-roshima y Nagasaki,
que siguen provocando víctimas después
de medio siglo, una bala explosiva de alto poder hallada
en el lugar de la batalla por una familia sampedrina
provocó nuevos muertos y mutilaciones. Fueron
los últimos caídos en el mítico
Comba-te de Obligado, 150 años después
de haberse acallado el fragor del combate. Y en ese
símbolo penoso tal vez esté cifrado el
verdadero sentido de la gesta. Porque Obligado es una
herida que no cierra. Porque la lucha en defensa de
la Sobe-ranía debe continuar, aunque las filas
de los criollos hayan sido diezmadas y la brecha tecnológica
que ampara al invasor resulte casi insuperable. La escuadra
anglofrancesa no cumplió su objetivo en Obligado,
pero la diploma-cia se encargó de hacerlo. En
el combate posterior no hubo bajas, excepto en lo que
se refiere al Honor Nacional. Y mientras tanto, los
héroes de Obligado aguardan que cada 20 de Noviembre
rindamos nuestro sentido homenaje -como hoy lo hacemos-
y logre-mos comprender el fundamento de un mensaje escrito
con sangre y heroísmo, aquí nomás,
casi a las puertas de San Pedro
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